El primer día que fuimos a contar cuentos, estábamos todos ansiosos. Era la primera vez que nos presentábamos ante estos niños y teníamos que romper el hielo, lograr que ellos se sintieran cómodos con nuestra presencia y disfrutaran del momento. Nuestro principal cometido era compartir y divertirnos con la lectura. Para nuestra fortuna una de las integrantes que es además educadora preescolar, tuvo la gran idea de “crear un personaje”. Es decir, personificó a un sombrero. Este sombrero fue el encargado de presentarnos y de contarles a los niños porque habíamos irrumpido en su salón.
Por suerte el “sombrero mágico”tenía mucho carisma y logró captar rápidamente la atención de los niños.
Era un sombrero muy inquieto, incapaz de mantenerse posado en la cabeza de nuestra compañera (quien además oficiaba de interprete) por lo que tenía que sujetarlo con mucha fuerza.
Bueno, la verdad es que además de su gran personalidad el sombrero tenía siempre “polvos mágicos” (llámese brillantina) y algún que otro dulce para compartir. Este sombrero les contó sobre sus viajes por el mundo y sobre todas los libros llenos de aventuras que había disfrutado. De ahí en más el sombrero se volvió un integrante mas del Proyecto. Cada vez que los niños nos veían llegar a su salón preguntaban inmediatamente por el sombrero mágico y querían saber cuales eran los lugares por donde había estado paseando. Incluso los niños de otros salones (no visitábamos todos los salones el mismo día) cuando nos veían caminando por la escuela en busca del siguiente grupo, nos gritaban: ¡Saludos al sombrero mágico!
No hay comentarios:
Publicar un comentario